domingo, 20 de julio de 2008

Amicalmente

Queridos amigos y amigas,

¿cómo agradecerles todo lo que me han dado? ¿Cómo agradecerles a todos y a cada uno de ustedes? Sus caras, los recuerdos antiguos y recientes, las historias compartidas, todo me viene a la mente en estos instantes. Pienso en los amigos actuales que quizás lean estas palabras. Y también pienso en los viejos amigos que el tiempo, la distancia, los cambios personales, la dejadez y el enojo han alejado. En todos ustedes pienso.

¿Qué habría sido de mí en momentos de desesperación si no hubiera podido contar con ustedes para que me escuchen, para que me contengan, para que me aconsejen? No sé, seguramente alguien triste, solitario y desesperanzado del mundo. Siento que ustedes fueron y son la columna vertebral que me sostiene. Y también creo que, al menos en los últimos años, les he podido devolver esa contención a muchos de ustedes.

En mi infancia y adolescencia (incluso primera juventud) me costaba hacer amigos. Siempre necesité compartir una actividad cotidiana para entablar una charla. Por ejemplo nunca tuve amigos del barrio. Mis primeros amigos fueron los compañeros de la escuela primaria, aunque a pesar de tener muchos recuerdos vívidos, con ninguno de ellos he mantenido contacto y ni siquiera me he vuelto a cruzar. Luego siguieron mis amigos del colegio secundario que por suerte aún hoy conservo (seguramente por haber compartido la adolescencia, ese período tan problemático que tenemos que padecer).

Luego tuve amigos del coro en el que empecé a cantar a los 17 años, casi todos mayores que yo, gente con la que quedé fascinado porque veía muy diferente a mí por fuera aunque finalmente resultamos muy similares. Y luego los amigos de la universidad donde, quizás a la inversa que en el coro, encontré mucha diversidad entre compañeros de mi misma edad y estudiando una misma cosa.

Justamente hacia el final de mis estudios, al desmembrarse ese grupo, comencé a sentir un gran vacío. Los antiguos amigos nos distanciábamos, cada uno en sus actividades. Muchos partían lejos y yo me encontré muy perdido. Tampoco supe cómo hacer nuevos amigos, me sentía en un círculo vicioso.

Hasta que yo también partí muy lejos. Y aunque resulte paradójico, esa fue mi salvación. Forzosamente tomé contacto con otra gente, y a pesar de las barreras del idioma, de la cultura, no sin dificultad, empecé a hacerme nuevos amigos. Primero en París. Y cuando ya había compartido mil cosas con esos amigos, cuando ya me sentía cómodo y contenido, pues tuve que partir nuevamente. Y fue Israel. Otra vez tuve suerte y más amigos se agregaron. Y fue tener que dejarlos y llegar a Dresden. Y más suerte tuve. Finalmente descubrí que detrás de mi timidez y aparente soledad, que tengo vocación para hacer amigos. Y que tengo mucha suerte por haberme podido cruzar con gente tan humana, tan divertida, tan sensible, tan inteligente.

Ahora estoy nuevamente en Argentina y, con los años detrás, compruebo que tengo muchísimos amigos. Pude recobrar las viejas amistades que por suerte conservé con el esfuerzo mutuo de escribirnos y llamarnos cuando estábamos lejos. Pude reencontrarme con amigos compatriotas que conocí fuera. Y compruebo que sigo pudiendo hacer amigos nuevos, gracias a nuevas actividades compartidas (como el teatro). O gracias a Internet y a los blogs, que me parece una manera increíble de encontrar afinidades con la gente, que los vínculos virtuales se pueden volver reales. Compruebo que sigo siendo abierto y sociable, y eso me llena de orgullo y felicidad.


Siempre detesté el mensaje grupal, por impersonal, por cómodo. Además es imposible conciliar el tono tan distinto que tengo con cada uno de ustedes. Me encantaría nombrarlos a todos aquí, pero no creo decoroso hacerlo porque quiero hacer público esto.

¿Y ven? Me puse demasiado solemne y no era mi intención. Esto es querer recordarlos, querer darles un abrazo fuertísimo, es querer seguir riéndome con ustedes, seguir compartiendo momentos.

Tengo una idea latente. Una de las intenciones de este blog es hacerles un homenaje a ustedes, a los recuerdos compartidos. Si hay algo sobre lo que podría escribir una novela de diez mil páginas es sobre ustedes, amigos: cómo nos conocimos, las alegrías y tristezas vividas, los viajes, los desencuentros. Por eso mismo me gustaría ir escribiendo un capítulo con cada uno de ustedes. No se asusten, no publicaré nada que los incomode, los consultaré. Además escribir todo eso me puede llevar tantos tiempo como el que llevo de amistad con ustedes.

Y tampoco me gustaría herir susceptibilidades, ¿podría haber enojos por el orden en que vaya escribiendo esos capítulos? Para eso les hago una propuesta: si quieren escribir algo que hayamos vivido juntos, si quieren escribir su perspectiva de nuestra amistad, alguna anécdota graciosa o intensa que hayamos vivido juntos, incluso algo que me haga quedar en ridículo, pues ¡bienvenido sea! Y luego lo publico aquí en el blog.

¿Qué les parece la idea? Así me ahorran el trabajo de escribir ;-)

¡Los quiero mucho!

El Maestruli


PD: sí, lo sé, me quedó muy kitsch la carta, ¡pero los quiero igual!

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Empiezo yo? Claro: es muy temprano todavía. Nos acercó el blog de Casciari; nuestra amistad tuvo como padrino al propio Hernán, que nos "presentó" en nuestros correos. Vía mail descubrimos preferencias compartidas y muy pronto empezaron las confesiones. Y una confianza a prueba de golpes y fracturas, con "traumas" incluidos (sí: la cosa sigue, querido amigo). ¡Feliz día!

Maestruli dijo...

¡Feliz día amiga Crimson!

Sos de las últimas amigas que he hecho y una de las primeras en saludarme. Nuestro ejemplo es para derribar los mitos que amigos son sólo los de la infancia o que en Internet todo es falso.

Ya hablaremos por línea privada de nuestros traumas...

¡Beso grande!

Anónimo dijo...

Hablar de traumas? Cuenten nomásssssssssss... jijiji
Yo no sé si somos amigos, pero lo que sé es que hay cariño que ya es una base.
Un beso y que hayas tenido un feliz día Maese.

Maestruli dijo...

¡Gracias Pal! Sí, el cariño es mutuo y seguro que lo tenemos. Es algo raro esto de las relaciones virtuales. Para mí en una amistad tiene que haber experiencias compartidas (comidas, salidas, bailes, viajes, anécdotas, y sobre todo charlas íntimas).

Todavía no decido si escribirse muchos mails, chatear, cagarse de risa a través de comentarios de blog, o hasta una charla telefónica, si todo eso son experiencias compartidas o no. Creo que sí, pero a veces como que falta algo, ¿no? Difícil.

Respecto a los traumas... eso queda entre nosotros ;-)

Anónimo dijo...

¡Hola, Pal! Tanto tiempo... Lo que puedo decirte es que, en mi caso, la palabra "trauma" debe completarse con tres sílabas más. Ups; quedó más oscuro todavía. Maestru: te mandé mail. ¡Más besos!

Tontin dijo...

Vos sabes que pese a que no te puedo apuntalar como vos quisieras tenés un amigo virtual que te apuntala con lo que puede y como puede, contá conmigo siempre!

Maestruli dijo...

Crimson, Pal, eso, ¡eso! Charlen entre ustedes, yo les preparo un tecito mientras tanto.

Maestruli dijo...

¡Gracias Tontín!

(queda casi tierno decirte eso con tu sobrenombre)

¿Y hasta dónde sos capaz de apuntalarme? Mejor decímelo por mail...