miércoles, 29 de diciembre de 2010

Se terminó

Se termina el 2010... año especial para mí por las pérdidas que sufrí. Todo será bastante distinto a partir de ahora. No más pizzas ni milanesas de ella. No más sentir la obligación de llamarla para que se quede aliviada. No más su amor.

Nunca más podré develar el misterio que para mí era mi madre, detrás de sus miedos y prejuicios. Me apena sobre todo saber que vivió contenidamente, con miedo al que dirán, al futuro y a otras tantas cosas que nunca sabré. A partir de ahora todas serán suposiciones en mi cabeza y el misterio será eterno...

jueves, 2 de septiembre de 2010

El bicho-amor

De casualidad, me encontré a C. por la Ciudad Universitaria de París, y me dijo que estaba parando temporariamente ahí, para visitarme (la Ciudad Universitaria está compuesta de varias casas de cada país). Él vivía en una casa común, que no era de ningún país en particular. Me pareció raro eso porque yo no conocía esa casa, luego de dos años que vivo acá.

C. estaba muy contento, y me contó muy feliz que estaba enamorado. Me puse muy contento también, por él. Pero me mostró su amor y lo tenía en una cajita, como un estuche de anteojos. Era algo muy extraño: un animal de unos 10 cm, mezcla de fruto de mar e insecto. Tenía un cuerpito muy chico, como de pulga, y muchísimas patas coloradas, como de langosta de mar. Me pareció raro todo eso, pero no descabellado.

Todavía faltaba lo peor. C. me encomendó que cuidara a su bicho-amor. Entonces tomé la cajita con cuidado y la llevé a mi casa. La dejé abierta al costado de mi lavatorio. De repente el bicho se movió y por accidente cayó dentro del agujero. Me desesperé e intenté salvarlo. Finalmente con un tenedor lo pude rescatar, pero el bicho perdió varias de sus patas en ese intento por salvarlo. Mi torpeza y la desesperación del bicho hicieron que se volviera a caer, dos o tres veces más. Y cada vez que lo rescataba tenía menos patas. Al final le quedaba sólo su cuerpito de pulga, y se estaba desangrando.

Corrí desesperado a avisarle a C., y con miedo le dije lo que estaba pasando. C. vino rápido a ver qué pasaba. Y cuando vio que su bicho-amor estaba agonizando, no pudo verlo sufrir más y abrió la canilla. Lo que quedaba del bicho, con todas sus patas sueltas, se fueron por el agujero.

Pasado un tiempo C. vino a casa y nos sentamos en el balcón. Él estaba melancólico y pensativo. Me acerqué para consolarlo, aún sintiendo un cargo de consciencia terrible por no haber cuidado de su amor. Él seguía callado. Y ahí, poco a poco, sentí que mi culpa se iba transformando. Pensé que en definitiva había sucedido lo mejor. No era normal que él estuviera enamorado de esa cosa. Y cada vez con más convicción, rojo de furia, le grité a C. esa gran verdad en la cara.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Sueño lejano


... te encontraba por la Ciudad Universitaria de París, y me decías que estabas parando temporariamente allí y que venías a visitarme (la Ciudad Universitaria está compuesta de varias casas de cada país).

Vos vivías en una casa que parecía normal, no era de ningún país en particular. Y a mí me parecía raro porque no conocía esa casa, luego de dos años que vivo aquí. Vos estabas muy contento, y me decías que estabas enamorado. Yo me ponía contento también, pero me mostrabas tu amor y resulta que lo tenías en una cajita, como en un estuche de anteojos, y era una cosa muy rara: un animal de unos 10 cm, mezcla de fruto de mar e insecto. Tenía un cuerpito muy chico, como de pulga, y muchísimas patas coloradas, como de langosta de mar. A mí me parecía raro todo eso, pero no descabellado dentro del sueño.

Todavía falta lo peor. Vos me encomendabas que cuidara a tu bicho-amor. Yo entonces lo dejaba al costado de mi lavatorio (que era exactamente el de mi casa de Bs. As.). Y el bicho se caía dentro del agujero. Yo me desesperaba e intentaba salvarlo, y resulta que sacándolo con algo (como un cubierto) lo rescataba, pero el bicho perdió muchas de sus patas. Y el bicho se volvía a caer, y cada vez lo rescataba pero con menos patas. Al final le quedaba solo el cuerpito de pulga y se desangraba.

Yo corría desesperado a avisarte, y con miedo te decía lo que estaba pasando. Vos volvías rápido a ver que pasó y cuando viste que tu bicho-amor estaba agonizante, no podías verlo sufrir más y abrías la canilla. Lo que quedaba con todas las patas sueltas se iba por el agujero.

La próxima escena vos estás melancólico y pensativo sentado en el balcón de mi casa (otra vez en Bs.As.). Yo me acerco para consolarte y con un cargo de consciencia terrible por lo que había hecho. Vos seguís callado. Y yo poco a poco transformo mi pensamiento de culposo, a pensar que en definitiva había hecho bien, que no era normal que estuvieras enamorado de esa cosa. Yo te digo eso, cada vez con más convicción, y casi me termino enojando con vos.


(sueño contado a mi amigo C. el 28 de marzo de 2001 desde París, las interpretaciones que hice de este sueño fueron muy variopintas, casi divertidas)

sábado, 7 de agosto de 2010

Haiku espontáneo

A veces me siento cínico.

Ayer a la madrugada lloré por él,

y hoy ya estoy tratando de borrar sus huellas.

Quizás lloré por mí.

domingo, 13 de junio de 2010

Amor y Muerte

Lo que escribí el 5 de marzo pareció premonitorio. Estoy en un momento muy particular de mi vida, intenso por donde se lo mire. De tristeza enorme y de felicidad inminente.

Por un lado mi mamá está peleándole a la muerte hora a hora. Es una lucha sin cuartel, cruel, que por momentos hace que mi mamá no parezca ser ella. Es tristísimo verla así, sufriendo mucho, sin saber si ese sufrimiento servirá para su recuperación.

Por otro lado este viernes se concretará el encuentro tan ansiado con B., la persona con la que hemos venido soñando juntos desde hace más de dos meses. Nos amamos a la distancia, el desafío será amarnos en la cercanía, en lo cotidiano. Yo creo que lo lograremos. Y lo que tanto anhelé se cumplirá.

miércoles, 2 de junio de 2010

¡Feliz cumple!

¡Feliz cumpleaños mamá!

¡Te quiero y te extraño!

¡Mucha fuerza y un beso enorme!

lunes, 15 de marzo de 2010

indagar, transitar, deconstruir, convocar,...

Me tienen bastante harto esas palabrejas, que el mundillo teatral usa y abusa todo el tiempo. Hablen como la gente, ¡che!

viernes, 5 de marzo de 2010

...

"It wasn't always easy. It wasn't always fun. But it was always worth it."


Esa frase la escuché en Six Feet Under, una serie americana que estoy viendo en estos momentos. Voy por la quinta y última temporada. Y luego de haberme devorado algunas temporadas en poquísimos días, ahora voy espaciando cada capítulo lo más posible porque no quiero que termine. Es como leer una excelente novela: quedan pocas páginas, quiero saber como terminará, pero al mismo tiempo me angustia saber que esa última página cerrará algo para siempre. Podré releerla (en realidad jamás releí una novela), pero la sensación primera, de sorpresa, de lo inesperado, nunca volverá. Como una muerte.

Y justo esta serie trata sobre la muerte. Y evidentemente sobre su opuesto complementario: la vida. Sobre la familia. Sobre el amor. No diré cosas originales, se escribió mucho sobre esta serie. Pero a mí me llega directo al corazón (expresión luismiguelesca), corazón que tenía bastante congelado ultimamente.

En particular esa frase que cito, la dice una persona en el funeral de su pareja. Y habla sobre el balance de esa relación de amor. Que evidentemente toda relación tiene sus momentos difíciles. No siempre es fácil, no siempre es divertido. Pero lo rescatable, lo intenso, es saber que esos momentos amargos valen la pena porque hay alguien que nos acompaña, que pasada la tormenta, vendrán días de sol, momentos de felicidad intensa y plena, de risas, momentos eternos en su intensidad que parecen incluso desafiar a la muerte.

Y yo, que cada vez me siento más un solitario empedernido, esa frase, esa historia en ese capítulo, toda esa serie, me conmueven hasta el tuétano. Me hacen desear poder vivir algo así, algo que aunque sea se le parezca. Eso simplemente, una historia que valga la pena. Pero no quiero victimizarme, echarle la culpa a los otros, a la falta de compromiso, a las épocas modernas. Porque sé que también es mi responsabilidad. Sé que soy cobarde, que ante la mínima pena salgo corriendo. Quizás porque las pocas veces que me arriesgué, que sentí algo que creí amor, todo se mezcló con un sufrimiento atroz. Y entonces uno no sabe hasta dónde "vale la pena".

Es quizás lo único que me mantiene en pie, a la expectativa, que podría realmente sorprenderme en esta vida: saber si algún día viviré eso, saber si algún día podré decir esa frase desde el fondo de mi corazón pensando en alguien de carne y hueso.

martes, 9 de febrero de 2010

happy birthday

¿Puede haber algo más patético que en el día de tu cumpleaños, el primer mensaje que recibís a la mañana en el celular sea de la compañía ofreciéndote sus habituales promociones?