miércoles, 9 de julio de 2008

Cena en París II

(sí, otra cena en París, aunque a mi amiga le aburran)

Esta noche decidí ir al barrio del Marais, que es el barrio judío y gay (sí, las dos cosas al mismo tiempo, así el que quiera discriminarlo tiene la promoción 2 x 1). No me puedo mentir que en el fondo, además de querer alimentarme, fui con la secreta intención de levantarme a alguien. Además ya empecé la cuenta regresiva, el sábado me voy de acá.

Tenía todas las ganas de ir a un restaurant judío que ya conocía. Increíblemente, un miércoles, estaba cerrado. Y ningún cartel que aclarara el motivo. Pensé en alguna festividad judía, pero había otros restaurantes del ramo que sí estaban abiertos. Así que hacia uno de ellos fui. Había mucha gente y tuve que esperar a que me dieran mesa. Mientras tanto observaba al personal en la entrada y detrás del mostrador. Una señora de 50 en la caja hablaba en hebreo con un tipo de mi edad que preparaba limonadas y jugos de fruta. Me vi tentado de decirles algunas palabras en hebreo, de contarles que había vivido un año en Eretz Israel, pero como de costumbre pienso en que quedaré como un tonto (además que en hebreo sé apenas un poco más que contar hasta 10).

Me agarra la culpa en esto de ir solo a comer a un restaurant con mucha gente. Se nota que les molesta que una persona ocupe una mesa donde podrían sentarse dos personas, es la mitad del rendimiento después de todo. Para colmo pedí solamente una pita, que era el plato más barato, y una limonada (ahí me jugué, podría haber sido más ratón y pedir agua de la canilla como es la costumbre en París).

La limonada estaba riquísima, valió la pena. La pita tardó en venir y mientras tanto me puse a leer Las Benévolas. Espero poder hablarles sobre este libro más en detalle. A lo que voy es que justo estaba leyendo la parte en que el protagonista, un jerarca nazi, está inspeccionando un campo de concentración y cuenta con lujo de detalles lo que sucede cuando llega un tren lleno de judíos franceses. Terrible. Terrible coincidencia. Mientras leía eso, yo era atendido por mozos con sus kipás, ellos judíos franceses. Este libro sin duda me dejará marcas.

La pita llegó y me la comí relativamente rápido. No pasó medio minuto de haberla terminado que ya tenía la cuenta en la mesa, y mis intenciones de seguir leyendo un poco más se vieron frustradas. Podría haberme hecho el tonto, pero ya les conté de esa culpa que me agarra, así que pagué y me fui.

Eran las diez de la noche, todavía había un poco de luz. Caminé por esas calles que conozco bastante bien. Pasando la calle de los restaurantes judíos empieza la transición hacia el dominio gay. Se nota en los negocios, en las caras, en las actitudes, en todo. Y yo ahí mimetizado como uno más, con mi musculosa al viento, con mi bolsito metrosexual. Aunque no plenamente relajado y feliz, sino siempre teniendo un fondo de vergüenza, de sentirme algo ridículo con ese atuendo tan obvio. Sí, es así, la homofobia internalizada que tengo es una mancha difícil de sacar.

Traté de sacarme esos pensamientos mirando a mi alrededor. Me detuve en algunas vidrieras. Pasé por una librería gay, y en la vitrina tenían un libro de fotografías que se titulaba "Los más grandes penes del mundo". Evidentemente me moría de curiosidad por ver de qué se trataba, pero no me detuve, apenas vi ese título con el rabillo del ojo. Sí, más de lo mismo, o quizás pura timidez o pudor, quién sabe.

Finalmente me alejaba de la zona "caliente" del barrio, sin haberme levantado a nadie, como me lo esperaba. Así que me dediqué a caminar como turista. Pasé por el Pompidou, la plaza Stravinsky con su fuente extraña, la iglesia Saint Merry (donde escuchaba conciertos de música clásica almibarados cuando vivía aquí), vi la torre de Saint-Jaques desde una perspectiva muy inhabitual, y llegué al Sena.

El cielo todavía estaba claro, con una media luna perfecta. Los edificios históricos sobre el Sena y sus puentes empezaban a iluminarse. Era la imagen romántica por antonomasia. Me sentí solo nuevamente, pero me consolé recordando unos besos dados en ese mismo lugar, hace ya largo tiempo.

Crucé el puente hacia la Île de la Cité, vi la Saint-Chapelle detrás de esos edificios burocráticos, para finalmente llegar a Notre-Dame. Me quedé embelesado por enésima vez. Después de la descripción que hizo Victor Hugo en la novela que le dedicó, no me atrevo a decir mucho más. La miré, la contemplé, y me sumergí en la boca del metro.

13 comentarios:

Tontin dijo...

Alguien me acerque un pañuelo por favor... no sé si lloro por lo melancólico del relato o de frustración por no haber disfrutado del desenlace que que hacía preveer la tensión sexual generada al comienzo. Macho, vas a tener que coger aunque sea un resfrío para postearlo antes de regresar.

pixie5th dijo...

Qué lindo !!! especialmente el final de la cena 1, en la rue de glicines... sabías que viví enfrente 4 años...? de los más especiales de mi vida... y a esas callecitas de la cité florale ibamos a conversar en noches especiales. De alguna manera, me hiciste volver... y en este tu 3+1 posteo (viste vos que no confiabas en vos!) también! Gracias...
en noviembre cuando vaya (y ahora estoy feliz de hacerlo) va a hacer frío, no creo que pase por ahí... quiero conectarme con cosas nuevas, desconocidas para mí.

Beya dijo...

¿Aburrido? ¿Quién dijo que estos relatos son aburridos???
Por un momento me pareció estar en París, caminando por esas callecitas que yo también alguna vez transité.

¡¡Te felicito por el blog!! Me alegra mucho que te hayas animado a abrirlo.

Besos.

Maestruli dijo...

¡Jua jua tontín! Gracias por el comentario y el sarcasmo. No te impacientes, ya postearé algo más "subido de tono". Teneme paciencia para que entre en confianza... ;-)

Maestruli dijo...

¡Gracias pixie5th! Mirá vos, y pensar que yo creía saber todo sobre vos ;-) ¿Así que viviste tan cerca de la Rue des Glicines? Qué lugar más lindo...

Y si venís en noviembre, muy probablemente podamos pasear juntos por ahí...

¡Besote!

Maestruli dijo...

Ay Beya, ¡gracias por el ánimo y la felicitación! ¿Así que también recorriste París? Vamos a tener que hablar e intercambiar experiencias.

Y sí, parece que París es el lugar en donde yo debuto en todo... no sólo como blogger ;-) Ya contaré, ya contaré, jeje.

. dijo...

Muy bueno, señor. Una verdadera monada...

pixie5th dijo...

creíste saber todo sobre mí?
qué creído de verdad!!!
pero te perdono porque sé que lo creíste con la cabeza y no con el corazón...
además es porque todavía no sentiste lo que es un pixie de verdad…
ya te va a tocar… confío en vos ;)

"can't see it all
'less your flying by
just sitting there square
baking in the sun
beneath the sky"
(the happening, pixies)

Maestruli dijo...

¡Gracias Enzo!

Y esto recién empieza...

Decile a Matilde que también comente. Será un placer tener a la hija de Cortázar por acá, quizás ella pueda también aportar algo con sus recuerdos de París...

pal dijo...

qué bien escrito Maese... que ganas de Paris!... me lo recordaste completamente... pero un día tienes que salir conmigo a ese barrio... a esas zonas... yo me atrevo a TODO... el libro de los penes, es que uno para ti y otro para mi!!! juajajaj... debe ser ese tipo de situaciones las que nos hacen pensar a las mujeres que la amistad con un hombre que también gusta de los hombres nos enriquece... si porque vamos y es como entrar en un terreno sin que la tensión y la agresividad sexual tengan que ver con nosotros, y penes miramos igual!!!!!!!!!! juajajajaja
dale maese que vas bien.
(eres terrible con lo de los sentimientos de culpa... yo con lo del restaurante me sentí identificada... que tontos somos!!!)

Maestruli dijo...

¡Gracias Pal por tu comentario! ¿Así que somos dos culpógenos también? Quizás si nos juntamos nuestras culpas se anulan y podemos ver el libro de los penes grandes juntos y sin vergüenza, jua jua!

Besote!

Anónimo dijo...

Que lindo es perderse por Paris, me dieron muuuchas ganas de volver.

Martín dijo...

macho, no sé si voy a tener tiempo de seguirte el ritmo, pero qué pedazo de estilo que tenés para escribir. Es un lujo leerte.
Estoy medio como desconcertado: no me queda en claro si sos homosexual o qué, pero eso le agrega tensión a tus ya impresionante prosa.
un saludo,
Martín